Cuenta la leyenda que en un viaje de vuelta desde Japón hacia Barcelona, un hombre, el papichulo, fue parado en diversos controles aeroportuarios para comprobar su no vinculación con ninguna red terrorista internacional. El papichulo en cuestión es mi padre y esta es su historia narrada por su retoño.
Todo empezó en el control de equipajes de mano del aeropuerto de Kansai, un aeropuerto precioso, todo sea dicho. Allí pararon a mi padre y el policia empezó a hablar con el en un perfecto ingles. Como mi progenitor habla muy bien el catalán y el castellano, pero del ingles no pasa del “hello, My name is…” tuve que acudir raudo hasta el lugar para ver lo que sucedía.
Lo que el buen agente de la ley quería, era comprobar que una botella de agua que iba en el lateral de la mochila no contuviera ningún tipo de sustancia venenosa que mi padre pudiera esparcir en el avión o desde el. Como no, le dije al guriponcio que podía proceder, poso la botella sobre una especie de báscula y como era de esperar dio…negativo.
Para desgracia de mi padre sus desventuras aduaneras no acabaron aquí. En el siguiente paso, el control de pasaportes, la simpática chica que nos toco le hizo retirar sus gafas de sol, de ahí la denominación de papichulo que le he otorgado a mi padre, solo a el se le podía ocurrir ponerse gafas de sol en un aeropuerto donde la mayor luz que incidía sobre sus ojos era la de unos tenues y agradables fluorescentes. Una vez se retiro las gafas y la señorita pudo apreciar que el individuo que tenía enfrente y la foto del pasaporte coincidían, más o menos, le dejo proseguir su camino.
Llegados a este punto ya no hubieron mas percances en Kansai, el siguiente y ultimo capitulo de esta minisaga de posible terrorismo nos traslada ya hasta el aeropuerto Charles de Gaulle de Paris y el control de equipajes de mano del mismo. Allí el poli de turno se detuvo a mirar con insistencia la mochila que portaba mi padre, si, la misma que llevaba la supuesta botella con veneno. En el scanner de control se apreciaban 2 objetos alargados y acabados en pincho. Yo ya sabia que eran, pero obviamente ellos no.
Nos hicieron apartarnos y una simpática francesita, con un marcado acento al hablar ingles muy divertido, nos dijo si podíamos abrir la mochila. De nuevo me toco a mí hacerme cargo de la situación, pues el inglish de mi padre no había mejorado nada durante las últimas 12 horas y pico. La chica me hizo abrir la mochila y empezó a explorarla, en ella no habían mas que compras que había realizado para algunos amigos y en el fondo de todo las dos siluetas que hicieron que se desencadenara este ultimo percance aduanero.
No eran otra cosa que dos figuras de un par de shinkansen, los trenes bala nipones, una del Nozomi 500 y otra del prototipo de Maglev MLX01-1. La policía seguía dudando que aquellas 2 figuran puntiagudas fueran las armas del delito por mas que yo le decía y repetía que estaba convencido que eran las 2 que se habían visto en los Rayos X. Al final aun con cara de poco convencimiento, tras explorar de nuevo la mochila sin hallar nada y preguntarme si estaba seguro de que no llevaba algún cuchillo, llave inglesa y no recuerdo que mas, nos dejo proseguir el viaje.
Con esto termina la historia del papichulo legendario y su posible implicación terrorista ^___^. Por desgracia antes de llegar a Barcelona aun tenia que pasar algo más y no podía ser otra cosa que un retraso en el avión. Ladies and Gentleman Bienvenidos a la vieja Europa, donde nada funciona con la supuesta puntualidad suiza que si posee Japón.
2 comentarios:
Con controles como estos, podemos sentirnos seguros!!!!
Vaya odisea tiu.... JAJAJAJAJA!! Espero que cuentes más "batallitas" este Sábado ;-)
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